Alma que ve más allá de lo aparente, pues la imaginación seduce con la inevitable y paralela realidad fantástica. Aparece por extensión de las nubes, se oculta tras el lado oscuro de la Luna, evade en la ilusión, que más puede hacer si ha existido abrazada de ella todo el transcurrir de su particular historia. Una de tantas, de las tantas del Todo, que surge en cada día como un renacer permanente, en cada momento viviendo variadas vidas en un mismo día. Su vaivén constante abruma a quienes prefieren el respirar autómata, en lugar del aire emancipado de las decisiones sentidamente logradas. Tal vez las ideas irreales se apoderan en ocasiones de la vigilante realidad, pero es la forma en que se mueve el propio mundo de un alma dispersa, se confluye en los sueños lúcidos de sentires, de pensares, de caminantes personas que se encuentra en el transitar de realidades subyacentes a la irrealidad de lo que sueña, de lo que respira, escribe, observa, dibuja, imagina, vivencia. Deja más de un cuento sin terminar, es que terminar condiciona el no reencuentro posterior con lo que dejas atrás; por eso, un punto y coma soluciona mejor el supuesto final de cada cuento que inicia para no terminar con un punto final, pues nunca termina nada: siempre está siendo algo nuevo, cada paso es el primero, lo no manifestado, lo silenciado en anteriores momentos.
La vida es la obra más pura de un alma sintiente, aunque el caos es el inicio de su experiencia y el orden que logra es aparentemente cierto, relativo como el tiempo de lo sido, como el abrazo de los que quieren, de las palabras de un alma que escribe, más aún si se declara dispersa por las nubes de su cielo, de tu cielo, del mundo latiente de lo vivos.
No hay obra más confusa de un alma sintiente que los sueños, porque se envisten de lucidez para engañar a los videntes y dispersar sus almas : por la luz y la sombra de la vida… de los sueños , de los momentos del renacer.
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